jueves, 29 de marzo de 2012

Las Chias, Granada


Pontificia y Real Cofradía y Hermandad
de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor



Granada


Datos Históricos

En 1561 aparece la tercera de las cofradías de sangre en Granada (junto con la Vera Cruz y las Angustias), titulada Nuestra Señora de la Soledad y Entierro de Cristo y con sede en el convento de Carmelitas Descalzos de Nuestra Señora de la Cabeza, cuyas instalaciones acogen hoy al Ayuntamiento de la ciudad.

En 1587, el arzobispo Méndez de Salvatierra lanzó una "advertencia" a las hermandades de penitencia expresando sus cautelas: el incumplimiento del precepto del ayuno, de horarios, empleo de cuadrillas de disciplinantes pagadas y el distanciamiento de los fieles de otros ejercicios piadosos considerados prioritarios.

En 1597 dado que las medidas no surtieron el efecto deseado, el arzobispo Pedro de Castro llevó a cabo un proceso en un tiempo record,  el miércoles de Pasión, día 26 de Marzo, se dictó un auto por el se suprimían todas las estaciones de penitencia, excepto las tres cofradías mas veteranas: Vera Cruz, Angustias y Soledad.

     A partir de 1611, se fue autorizando de nuevo el aumento de cofradías fijando a las cofradías la aportación de cien ducados que se emplearon para el dorado de la capilla mayor de la Santa Iglesia Catedral.

     En 1615, se funda la hermandad de las Tres Necesidades y Entierro, la cofradía de la Soledad inició un largo pleito al entender que solo a ella le correspondía la advocación de Entierro. Unos años más tarde se volvió a repetir el conflicto al fundarse en el Convento de San Antón una cofradía bajo el título de la Soledad, pretensiones fracasadas debido al fervor popular de aquella época.

     En 1631, después de un periodo de 20 años de normalidad pero sin dejarse de producirse los excesos y desvíos que fueron la causa de reducción de hermandades, y sobre todo temiendo que los ingresos parroquiales disminuyeran debido al incremento de las demandas de limosnas que realizaban las cofradías, el Domingo de Ramos se dicta un auto suspendiendo todas las estaciones de penitencia, excepto las tres mas antiguas: Vera Cruz, Angustias y Soledad.

     Intentando resolver el conflicto entre las dos hermandades con la advocación del Entierro, desde el 1770, se acuerda alternar cada año uno de los dos Entierros de Cristo, el de la iglesia de San Gil y el del Convento del Carmen.

     En 1827, se reestructura la siempre discutida alternancia entre las hermandades del Entierro y la Soledad, de forma que aquella a la que no le tocaba procesionar, aportaría cofrades y horquilleros para el paso de la Virgen. Se produce un acercamiento entre ambas hermandades que explica el trasvase de las chías hasta la hermandad de la Soledad, con las que procesionan actualmente.

     A partir de 1836 debido a las medidas desamortizadoras dictadas por el Ministro Mendizábal, se abre un periodo de tiempo en que las salidas procesionales van a ir espaciándose. Sin recursos económicos y despojadas de sus bienes y de sus sedes canónicas, las hermandades van a ir progresivamente desapareciendo; debido también a que  no fueron acogidas en parroquias (como ocurrió en otras ciudades); prueba de ello, es que las únicas hermandades de penitencia que han subsistido hasta la reorganización de 1917 han sido las que radicaban en parroquias como la de Nuestra Señora de las Angustias, la del Santo Entierro y el caso de la Soledad que fue acogida en un convento femenino (Santa Paula).

     Se tienen noticias de que continuó la alternancia entre los dos Entierros de Cristo hasta al menos 1840, a partir de entonces, las dos procesiones se unen en una sola, formando el cortejo el Cristo yacente de San Gil y Nuestra Señora de la Soledad titular mariana de la hermandad que en esa fecha ya tenía su sede en el Monasterio de Santa Paula. Cada año acude la Virgen de la Soledad a San Gil para acompañar la urna con Cristo, realizan un trayecto común y después la Soledad regresa a su templo.

     Desde 1882, se une a la Semana Santa una procesión del Santo Entierro celebrada en el barrio del Albaycin, entrando también en alternancia con la procesión oficial; el Albaycin organizó la procesión los años 1882, 1884 y 1887, correspondiendo a las imágenes de Santa Ana y Santa Paula organizarlo en 1883, 1885 y 1886.

     En 1885 o incluso antes se produjo un intento de revitalizar la Hermandad de la Soledad con ejecución por las monjas del rico ajuar procesional de la imagen que incluye el conjunto de manto y saya en oro y realce.

     Hasta 1892 no volvió a procesionar el Santo Entierro, en cambio la virgen de la Soledad no faltó a su cita con Granada (al menos los dos años anteriores).

     En 1894 la voluntad de independencia del Santo entierro, choca con el propósito de la autoridad eclesiástica de no celebrar dos procesiones distintas y esto motiva la prohibición a la hermandad de salir a la calle. Así pues, este año el Santo Entierro sale con una imagen de la Virgen de la parroquia de Santa ana. Todo parece indicar que la Soledad de Santa Paula no salió ese año como tampoco los dos siguientes pues en la prensa se utiliza la acepción de Dolorosa en lugar de Soledad.

     En 1909 se fraguó la idea de procesionar un Santo Entierro antológico. En un cortejo de siete pasos conformado por: Jesús orando en el Huerto, Jesús de la Humildad del monasterio de Santa Paula; Jesús caído con la cruz a cuestas, el Crucificado de la parroquia de San José, el Sepulcro, San Juan y la Soledad.

     Algunas de aquellas escenas han perdurado: el paso del Señor de la Sábana (Cristo acompañado al Sepulcro por personajes vivientes), las chías.

     En 1922, las pocas personas que quedaban en la hermandad y la falta de apoyo de las autoridades y el pueblo granadino provocan la grave penuria que condujo a la suspensión de la procesión.

     Desde 1923 o quizás antes, se estaban llevando a cabo intentos para reorganizar la hermandad, pero fue el 25 de febrero de 1925 cuando un numeroso grupo de granadinos se separaron del Consejo del Santo Entierro, entre ellos el Padre Manjón Lastra, sobrino del P. Manjón, fundador de las escuelas del Ave María y del que fue continuador aquél fundaron la Hermandad, aprobándose sus Reglas el siguiente 17 de marzo por el Cardenal Casanova y Marzol.

     El Viernes Santo de 1925, la hermandad a pesar de encontrarse en proceso de reorganización, siguió acudiendo a la catedral para unirse a la hermandad del Sepulcro y seguir juntas el itinerario oficial. Supo mantener la tradición de tres pasos (San Juan, el Descendimiento y la Soledad), la sección de la Virgen ya vestían el hábito negro, con capillo y escapulario amarillos.

     En la junta de gobierno celebrada después de esa Semana Santa de 1925, se aprobó el cambio de hábito de sus nazarenos del color morado por el que ahora visten: túnica negra y capillo y escapularios amarillos.

     Esta hermandad es la que también inicia esa costumbre tan granadina de ir acompañada por filas de señoras vestidas de mantillas. Ya lo hacía desde la Semana Santa de 1923, estas secciones de señoras ataviadas con la clásica mantilla formarán los cuerpos de camareras de dichas titulares.

     Debido a la tradición, no se olvidan algunos elementos que venían de la procesión barroca que formaban esta hermandad y el Santo Entierro, elementos tales como las figuras vivientes, las chías, los soldados romanos, han perdurado hasta nuestros días.

     Al año siguiente de su reorganización, en 1926, la hermandad sale de forma independiente, al margen de la procesión del Santo Entierro, lo hace cuando dicha procesión se había encerrado. Desde 1919, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad había procesionado sobre el paso-carroza del Sagrado Corazón prestado por los jesuitas estrenando este año una “carroza” nueva, que según la revista Granada Gráfica consistía en un carro cubierto con paños o faldones negros rematados en su parte superior por una randa de encaje y sobre ella, una mantelina recortada formando arcos con un fleco que enmarcaba la randa. Alrededor del paso llevaba tulipas y delante de la imagen un candelabro con cinco de ellas y otros dos en los costados del paso.

     En 1928 se estrenaron los típicos faroles con cristales morados, sin embargo no se ejecutó el paso de misterio encargado a Roldán de la Plata, tampoco se realizó el palio que estaba previsto desmontable para poner y quitar en la puerta de la iglesia debido a la escasa altura de la misma.

     En 1928 la cofradía programó dos procesiones, una a las tres de la tarde con el Cristo y otra ya por la noche con la Virgen.

     Al año siguiente, ya en una sola procesión, junto al Descendimiento y a la Virgen de la Soledad, procesionó la imagen del Cristo de San Agustín portada en posición inclinada.

     Ya en 1930 el cortejo se compuso de Cristo Crucificado (de la iglesia de San Idelfonso), el Señor de la Sábana, San Juan de la Palma y Nuestra Señora de la Soledad.

     En 1952 la Federación pretendió poner en la calle un cortejo antológico en el cuál figurarían entre otras, la imagen de la Flagelación del monasterio de Santa Paula y Nuestra Señora de la Soledad, la lluvia impidió la salida de dicho cortejo.

     El Viernes Santo de 1973, salió la cofradía por  última vez del Monasterio de Santa Paula, cambió de sede, pero no de comunidad, junto a las madres jerónimas, se trasladó al Monasterio de San Jerónimo.

Imágenes


Portado por personajes vivientes, el Señor de la Sábana fue el titular de la antigua Cofradía del Entierro de Cristo y Nuestra Señora de la Soledad, del desamortizado convento del Carmen calzado (actual ayuntamiento). La ultima caridad para los hermanos difuntos se representa en este misterio viviente, con un yacente de mediados del Quinientos, impresionante, que no ahorra detalle a su verdad y su muerte.

La virgen de la Soledad, procesionada también en tiempos desde el cenobio carmelita, es Dolorosa de vestir con manos entrelazadas, corona y manto decimonónicos, muy cercana a la línea devota de Pedro de Mena, constituyendo una de las estampas de mas rancio y clásico sabor de la Semana Santa granadina.




Pasos Procesionales

Descendimiento del Señor.

Es el único paso viviente de la Semana Santa de Granada. La imagen de Cristo muerto, obra de P. De Rojas del Siglo XVI, es portada cada Viernes Santo en una simples angarillas recubiertas con una sabana y un sencillo exorno floral en los pies. Personas, vestidas con teatrales ropajes, escenifican a San Juan, José de Arimatea y José Nicodemo. Se acompañan de jóvenes que representan a la Virgen María, María Magdalena, María Cleofas y María Salome, así como por romanos. Esta representación, parece ser, fue diseñada en el año 1927 por Roldán de la Plata, aunque ya en 1911 Nicolás Prados y Francisco Vergara también habían ideado una representación similar para el desfile antológico que se hacia en los días de Semana Santa.


Nuestra Señora de la Soledad

El paso fue realizado por Rafael Moreno en metal plateado en el año 1972. Al año siguiente se realizaron en los talleres de Luque (Lucena) los candelabros plateados. El paso es plateado, sin palio, y en su trasera aparecen candelabros de cola plateados y en la delantera guardabrisas que iluminan a la imagen. Durante alguno años el paso llevo candelería, que fue retirada en 1983, rescatada en 1996 (obra entonces de los orfebres Aragón y Pineda) y suprimida nuevamente años mas tarde. No hay que olvidar la joya que constituye el manto de la Soledad, bordado por las Madres Jeronimas de Santa Paula en el año 1881.


Hábito Procesional

Túnicas Negras y capa de igual color, antifaz en raso amarillo con escapulario jerónimo bordado en seda, cíngulo negro y amarillo. 

Estación de Penitencia: Viernes Santo

Casa Hermandad:


Su Templo

 Monasterio de San Jerónimo

El origen de la construcción de este monasterio se sitúa en el ofrecimiento que hacen los Reyes Católicos tras la toma a las tres órdenes religiosas más importantes, Franciscanos, Dominicos y Jerónimos, para que se establezcan en la ciudad. Así, los Reyes Católicos donaron a la orden jerónima una finca con casa, molino y huerta que antes había pertenecido los reyes musulmanes. En 1519 se inician las obras, y poco después la viuda de Gonzalo Fernandez de Córdoba, el Gran Capitán, solicitó al emperador Carlos V le concediera el monasterio como enterramiento de su marido y panteón familiar, lo que le fue concedido a cambio de terminar la Capilla Mayor y decorarla con Retablo, reja y panteones (no ejecutados al final).

El exterior, con apariencia más de fortaleza que iglesia, nos muestra gruesos muros de cantería y escudos del Gran Capitán, la fachada, ya dentro del compás, también añade símbolos y escudos de armas de los Reyes Católicos junto a esculturas religiosas. Una vez en el interior, sólo un claustro en gótico tardío “isabelino” puede visitarse, perteneciendo el otro a monjas jerónimas de clausura tras la devolución a la orden del edificio en 1973, reparándose así el daño que hizo la desamortización. Este claustro mezcla la influencia gótica de Egas, el arquitecto de la Capilla Real, con portadas de las salas comunitarias ejecutadas a la romana por Siloé.
Igual ocurre en el interior de la Iglesia, un primer tramo isabelino con techo en oro y azul nos hace pensar en Egas o sus discípulos, mientras que el tramo desde el crucero al altar es ejecutado por Siloé al más puro estilo renacentistas con sus conocidos pilares corintios y figuras con héroes de la antigüedad clásica que rememoran las hazañas del Gran Capitán. Junto a la Capilla mayor está la lápida donde yacen sus restos, pero artísticamente lo más destacado es el magnífico retablo, quizás el más importante del renacimiento español, donde trabajó una constelación de artistas creando una gran complejidad en  las representaciones con una unidad en el resultado sorprendente.
El expolio del general Sebastiani durante la invasión francesa nos impide ver hoy el tesoro de la iglesia, como alhajas, rejas platerescas, banderas ganadas por el Gran Capitán en sus batallas o la espada que el papa Alejandro VI le entregó para la defensa de La Iglesia.

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